La atención social que hoy despierta el actual sucesor de Pedro era impensable meses atrás. Tal es así, pese a que algún que otro “príncipe" o "infante" de la Iglesia contradiga sus criterios mediante trasnochadas reflexiones públicas. A estos cardenales y obispos retrógrados cabría recetarles un urgente “tratamiento” con la milagrosa “Misericordina”, singular medicina papal que entre, otras indicaciones curativas, les pondría al día del “Nuevo Mundo”.
Nada nuevo descubro si expreso que el mundo en el que vivimos anda
en manos de una clase dirigente que, entre otros desencadenantes, ha
posibilitado que la mayoría de sus supuestos líderes rayen en la más absoluta
vulgaridad y, por tanto, los ciudadanos nos hemos quedado con escasos o nulos
referentes sociales de cierta ejemplaridad.
Así mismo, si a esta mediocridad imperante entre nuestros
mandatarios más "sublimes" añadimos la omnipresencia última de los
todopoderosos y anónimos “mercados”, voraces depredadores de la carroña
capitalista, entonces podemos explicar con sobradas razones buena parte del
desolador panorama existente.
La desmoralización es lo peor de la actual crisis
Hoy día, el principal daño que nos está causando la crisis económica,
además de la sangría de pérdida de puestos de trabajo, del ruinoso
encarecimiento de todo y del consiguiente aumento de la precariedad/pobreza, es
la desmoralización reinante en la sufrida sociedad. Economía del bienestar y
básicos valores humanos se están yendo al traste y, por mucho que los políticos
e ideólogos de turno saquen de sus truculentas chisteras “alentadores”
macro-números, muy pocos intuyen sensaciones de próximas mejorías en favor de
una vida más llevadera.
Ante esta desalentadora dinámica, donde casi todo se sospecha, se
cuestiona, se recorta, se devalúa… Donde casi todo es mediocre y lo ejemplar apenas se pone en práctica o se reconoce… Resulta que uno de los personajes
mundiales claves que hasta hace bien poco estaba en evidente estancamiento/decadencia popular, en menos de un año y tras la llegada del cardenal argentino Jorge
Mario Bergoglio al Vaticano, la figura del Papa se ha convertido en el líder
internacional que mayor revulsivo de ilusión, de compromiso y de esperanza parece
estar aportando a la gente.
¿Quién lo iba a presagiar? Que el máximo responsable de la arcaica
y vetusta Iglesia de Roma, institución casi siempre criticada por su falta de
actualización con la realidad cotidiana y recriminada por no optimizar suficientemente
su gran potencialidad en favor de más y mejores causas sociales… Quién podía
imaginar que un "peleón" religioso sudamericano llegaría a ser en estos difíciles
tiempos la más destacada "brújula" de la élite terrenal. Un bonaerense porteño que, desde su
impactante proclamación, está manteniendo una loable actitud próxima y humilde,
adoptando valientes decisiones en el seno de la acomodada y fáctica curia
vaticana y, de manera muy especial, transmitiendo comprometedores mensajes
hacia las desmoralizadas conciencias de la doliente mayoría y también a los
insensibles escrúpulos de la dirigente minoría.
Una Iglesia pobre y para los pobres
Desde el 13 de marzo del pasado año algo parece estar cambiando en
la cúpula del orbe católico y, por ende, algo nuevo ilumina el horizonte de
varios miles de millones de personas, creyentes y no creyentes. Resplandor éste
que se hizo visible cuando muy poco después de su investidura el Papa Francisco
avanzara en una multitudinaria audiencia con la prensa internacional cuál iba a
ser su impronta pontifical: “Cómo
me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”.
A partir de entonces, sobre cualquier tema o circunstancia que se
ha cruzado en el camino del sumo pontífice argentino, por áspero o suave que
fuere, hasta ahora ha sabido dar oportunas y esperanzadoras respuestas: el
papel de la mujer en la Iglesia, la familia moderna y el divorcio, su valiente
presencia en Lampedusa, la residencia de Santa Marta como nuevo “palacio”, la
reforma eclesiástica con el nombramiento del “G-8”, los abusos a menores por
religiosos, el cuestionable celibato, las relaciones con otros credos, el
“oscuro” Banco Vaticano, su decisiva intervención sobre Siria, el respeto a la
homosexualidad, el “lío” por los jóvenes, etc (1).
Un “tratamiento” también para Príncipes e Infantes eclesiásticos: la “Misericordina”
Cajita con la milagrosa "Misericordina" |
Lamentablemente, ante un panorama humano traumatizado, cambiante y
cada vez con más inseguras y frágiles convicciones, hoy ninguna voz se está
haciendo escuchar y respetar tanto como la del actual Santo Padre. Es más. La
atención social que en la actualidad despierta era impensable meses atrás. Tal es así, pese a que algún
que otro “príncipe" o "infante" eclesiástico contradiga sus criterios mediante trasnochadas
reflexiones públicas. A estos cardenales y obispos retrógrados cabría recetarles un urgente “tratamiento” con la
milagrosa “Misericordina” (2), singular medicina papal que entre otras indicaciones curativas les pondría al día del “Nuevo Mundo”.
Cada vez se duda menos y se agradece más el aire fresco que Bergoglio intenta envolver a todo lo que procura. Su emergencia en nuestras vidas ha logrado cuanto menos no sernos indiferentes, seamos o no seamos practicantes de cualquier “fe”. Y toda esta “fe-nomenología” ocurre porque en el fondo y también por fuera la sociedad está cansada de demagogias, de falsedades y de indecencias, mezquindades éstas provenientes en gran parte de quienes intentan liderarnos no faltos de hipocresía, ineficiencia, despotismo, incultura y, a veces, hasta de mano dura.
Cada vez se duda menos y se agradece más el aire fresco que Bergoglio intenta envolver a todo lo que procura. Su emergencia en nuestras vidas ha logrado cuanto menos no sernos indiferentes, seamos o no seamos practicantes de cualquier “fe”. Y toda esta “fe-nomenología” ocurre porque en el fondo y también por fuera la sociedad está cansada de demagogias, de falsedades y de indecencias, mezquindades éstas provenientes en gran parte de quienes intentan liderarnos no faltos de hipocresía, ineficiencia, despotismo, incultura y, a veces, hasta de mano dura.
Al final, yo no sé cómo va a acabar este flamante periodo
histórico abierto por el Papa Francisco. No sabemos si las esperanzadoras
expectativas generadas en torno a su figura llegarán a tomar cuerpo o se
diluirán poco a poco con el típico justificante del “quiero pero no puedo”. O
incluso es posible que éstas sean cercenadas ante una imprevista “fatalidad”
que eche por tierra su comprometedor papado… ¡Dios no lo permita! De cualquier
manera, en base a que he estudiado bastante su vida personal y religiosa, si de
algo estoy convencido es seguro que no va a cejar en el empeño de intentar
mejorar cuanto menos a la Iglesia para que ella sea más actual, ejemplar y
cercana. El “hombre”, curtido está. Y a la hora de ser obstinado en lo que
cree, nadie le ha ganado hasta ahora.
¡Que le pregunten, si no, a la díscola presidenta Cristina Fernández
de Kirchner cuando primero su hoy difunto marido Néstor y luego
ella misma confrontaron con él, favoreciendo y culminando entre 2007/2010
supuestas estrategias que pudieran demostrar inciertas actuaciones/dejaciones
suyas de cuestionado buen hacer durante la siniestra dictadura militar
argentina de finales de los años setenta!
Ambos presidentes salieron “quemados” ante sus fracasados envites
con el entonces conocido como “El Jesuita”.
La sagrada “complicidad” entre Francisco y Benedicto XVI
Quien no sepa cómo es él deberá saber que Francisco persevera,
seduce, razona, ejemplifica, pragmatiza, planea y, lo mejor de todo, es
atrevido sin ser temerario. Además, dado que nunca tiene nada propio que perder,
curiosamente jamás ha apetecido cargo alguno dentro de la jerarquía clerical.
Recordemos que fue elegido Padre Santo a la segunda oportunidad, después de que
en el Cónclave de 2005 declinara la posibilidad de serlo rogando a los
cardenales que no le votaran y que lo hicieran en favor de cualquier otro.
Fruto de aquella insólita ocasión el alemán Ratzinger se proclamó Papa
Benedicto XVI. Desde entonces y hasta hoy día, pese a ser ambos radicalmente
distintos en caracteres y en estilos, los dos pontífices son auténticos “uña y
carne de Cristo”, sagrada complicidad ¿fraguada? gracias a la premonición del
profeta Joel que fue trascendental testigo de sus respectivos tránsitos papales
(3).
Pronto se cumplirá el primer año de Francisco ocupando la silla
vaticana de Pedro. Dado lo mucho experimentado en torno a él, muy pocos
personajes de relieve mundial - muerto Mandela y salvos los Ronaldos y los Messis del gol, los
Dicaprios y Shakiras del “artisteo” o alguna que otra Merkel u Obama de la
política- escasas celebridades han despertado y despiertan tanto interés mediático.
No hay punto de comparación. Bergoglio, pese a que desde un primer
momento lo ha tenido casi todo en contra, no solo está recuperando la
admiración y el terreno social perdidos durante las últimas décadas por
la propia institución que representa (“Lo que
la Iglesia necesita con mayor urgencia es capacidad de curar heridas y dar
calor a los corazones”) sino que, además, no se priva de
acusar a la clase dirigente de falta de responsabilidad y de sensibilidad en
favor de los más humildes (¡Ruego al Señor
que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el
pueblo, la vida de los pobres!).
Corren nuevos tiempos. ¡Sí hay color! Nadie le
hace sombra al blanco de su simar o túnica pontificia. En definitiva, el Papa
Francisco -gusten o no- se ha convertido hoy en el más destacado líder moral de
la Humanidad.
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(1) Para conocer más detalles sobre las principales decisiones y manifestaciones ejercidas hasta finales del año pasado por el Papa Francisco se recomienda la lectura del artículo titulado "A ocho meses de la designación del Papa Francisco, ocho medidas, ocho fotos, ocho frases", publicado por el periódico La Nación (Buenos Aires - Argentina) https://www.lanacion.com.ar/1637804-a-ocho-meses-de-la-asuncion-del-papa-francisco-ocho-medidas-ocho-fotos-ocho-frases
(2) “La Misericordina” es una supuesta “medicina espiritual” que
en una cajita similar a la de cualquier fármaco convencional, a modo de broma,
el Papa Francisco presentó/recetó desde el habitual balcón de la Plaza de San
Pedro a los 80.000 fieles que el 17 de diciembre pasado asistieron al rezo del
Angelus en el Vaticano. La cajita contenía un rosario, una estampa de la Divina
Misericordia y un folleto explicativo en cuatro idiomas para el buen uso del
tratamiento.
(3) Joel
fue un profeta menor, al cual se le atribuye un único escrito titulado “El
Libro de Joel”, encuadrado dentro del Antiguo Testamento. Un revelador análisis
sobre la influencia o premonición que pudiera haber tenido dicho profeta
durante el tránsito que hubo entre los papas Benedicto XVI y Francisco se
plasma con todo tipo de detalles en el libro “Francisco: la esperanza del
Nuevo Mundo”, de Francisco García Muñoz, editado por Arguval, ISBN:
978-84-15329-58-9. Depósito legal: MA-853-2013.
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