domingo, 3 de febrero de 2013

¡Qué bonito es "Fitú"!

          Sirva de vanidoso ejemplo el sonrojante "rebote" que el célebre guitarrista gaditano Manolo Sanlúcar pilló en FITUR durante la presentación informativa que la Diputación Provincial de Málaga llevó a cabo en el stand del Patronato de Turismo de la Costa del Sol para dar a conocer la III Bienal de Arte Flamenco. Se levantó el músico de aflamencada manera y, dirigiéndose en alto a una mujer que estaba en primera fila, dijo: ¡“Ana,  vámono  ya               d´aquí,  que uno  e  señó  hacta  que  lo  dejan”!


          Para bien de nuestra maltrecha economía, dicen los entendidos que el turismo viene siendo el único sector productivo que está manteniendo el tipo de cara a la hoy difícil generación de riqueza. Cuando casi todo lo hasta ahora existente se tambalea e incluso se desploma como la construcción, la industria turística, la de los hoteles y campings, restaurantes y chiringuitos, museos y corridas de toros, aviones y burros taxis, campos de golf y calles chancleteras, yates e hidropedales… La industria turística, como digo, es la que ilumina con cierta nitidez el oscuro presente que ensombrece el horizonte económico de nuestro país.

EL   MERCADEO  DE  FITUR   Y   SU   INCOMPARABLE   CUADRO   DE  “VENDEDORES & ACTORES”

          Recientemente, la capital española de la villa y “re-corte” ha sido un año más -y ya van 33 ediciones- escenario de la Feria Internacional del Turismo (FITUR). En ella, por espacio de cinco días y en una superficie total de 56.000 metros cuadrados, alrededor de 160 países de todo el mundo volvieron a mostrar sus renovadas excelencias naturales, culturales y humanas para de tal modo procurar atraer al mayor número posible de turistas. Junto con la World Travel Market de Londres y la ITB de Berlín, FITUR volvió a ser ese tercer escaparate europeo, cada vez más venido a menos por la crisis, donde los estados y las empresas compiten y gestionan anualmente sus potencialidades y negocios turísticos, dando la escénica impresión de que en el mundo todo son idílicos paisajes, gentes muy guapas, maravillosas comidas, músicas embriagadoras y monumentos espectaculares. Y la verdad es que, visto así el planeta Tierra, uno no tiene más remedio que decir: ¡Qué bonito es “Fitú”!

          En otro orden de cosas, cierto es que con las nuevas tecnologías este tipo de mega eventos promocionales y comerciales relacionados con el turismo están perdiendo poco a poco parte de su razón de ser. Si antaño lo fundamental de ellos era “mercadear” de manera directa y personal con las novedosas y mejores ofertas y también con los novedosos y mejores destinos, ahora a celebraciones como FITUR se suele ir con los “mercadeos” prácticamente hechos gracias a las eficaces operatividades que nos brinda hoy día Internet.

          Todo lo demás, los casi cien mil “profesionales” del sector que según la organización se dan cita para “trabajar” en la feria madrileña, conforman una multitudinaria y heterogénea “compañía teatral” en la que abundan los mandatarios públicos (príncipes, ministros, presidentes y consejeros de autonomías, directores generales, eurodiputados, senadores, parlamentarios nacionales y autonómicos, presidentes de diputaciones, diputados provinciales, presidentes de mancomunidades de municipios, alcaldes, concejales, directores de área…), políticos (de partidos y de partidillos, renegados, expulsados, expedientados, aspirantes, meritorios y de por libre), presidentes de organizaciones sectoriales (de los colectivos más “chichinabos” a imaginar, arropados por sus respectivos miembros de junta, gerentes, jefes de prensa, asesores, administrativos, secretarias, azafatas…), empresarios (de multinacionales y de multilocalidades, incluidos los de merenderos de tercera línea de playa y hasta constructores que no construyen), sindicalistas (de toda la vida, de toda la vida y de toda la puñetera vida), periodistas (enviados especiales de los medios subvencionados y no subvencionados más mejores de la causa turística, destacando los de hojas parroquiales de templos costeros) y, como colofón, personajes famosos y famosillos (presentados con caspa o sin caspa pero, obviamente, la mayoría con mucho “glamur”).


          Saludos y abrazos, intercambios de tarjetas, presentaciones por doquier, comitivas "aboatadas", fotos por aquí, entrevistas por allá, la "repera" de tablets en dedos inexpertos, dolores de pies, cartelería que va y que viene, móviles sobando las orejas, mostradores atiborrados de folletos, actuaciones artísticas vistas y no vistas, apreturas, bullas, prisas y calores “pa reventá”… En definitiva: ¡Todos a por el turismo y todo sea por el turismo!

          Y lo cierto es que, ante tan supuesto y extraordinario “todos a una” en favor de nuestra industria turística, de nuevo hay que reafirmarse: ¡Qué bonito es “Fitú”!

          Sí. La Feria Internacional del Turismo de Madrid se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo, y de especial manera con relación a la presencia de las numerosas delegaciones españolas, en un gran escaparate de apariencias y de vanidades humanas. Parece que aquellos que no van a FITUR no existen y, por tanto, tal ausencia puede luego pasarles factura, precisamente por eso, por no poder “facturar” todo lo que después ellos quisieran.

EL  ESFUERZO  DE  TORREMOLINOS   Y   SU   TERCERMUNDISTA  ESTACION  DEL   TREN  DE   CERCANIAS   DE   RENFE

          Está claro que muchos de los esfuerzos promocionales que se llevan a cabo son meritorios, tal es el caso del Ayuntamiento de Torremolinos que, contra viento, marea y crisis, sigue manteniendo una sobresaliente presencia en esta primera muestra turística española. Su tradicional cena del “pescaíto” y el magnífico stand ferial que año tras año organizan son ya un santo y seña en FITUR.

          Sin embargo, no deja de ser algo baldío tanto sacrificio y tanto empeño en mostrar un Torremolinos excelente -que lo es-, cuando los turistas, motivados por esos y otros fantásticos reclamos, llegan en el tren de cercanías de RENFE a la localidad costasoleña, procedentes de la majestuosa terminal del aeropuerto Pablo Ruiz Picasso o de la envidiable estación AVE María Zambrano. Nada más salir de los vagones, ávidos por encontrarse con algo cercano al “paraíso vacacional”, los deseados visitantes se están dando de bruces con un tercermundista “apeadero” férreo subterráneo, propiedad y responsabilidad del organismo público ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias). En él impera el deterioro y el abandono, con falta de ascensores y de suficientes escaleras mecánicas, de sombría y lúgubre iluminación, con aire irrespirable, de paredes sucias y desconchones de diversos tamaños, con cables visibles por cualquier lugar y dotado de una decoración y mobiliario lamentables. Todo lo cual, cuanto menos, debe de confundir a los sorprendidos y decepcionados viajeros de turno al pensar ellos que, ante tanto despropósito junto, no han tenido más motivo que equivocarse de estación, de tren y hasta de país, imaginando que quizás pudieran haber cruzado submarinamente el Mediterráneo para terminar apeados en cualquier lugar del norte de Africa.

          Para más inri, RENFE-ADIF estuvieron presentes en FITUR con una ostentosa instalación, poniendo de manifiesto el "descarrile" de sus presuntas "sensibilidades" turísticas. ¡Menuda jeta!

          Torremolinos, por muchas ferias a las que se vayan con sabroso “pescaito” nuestro y con espléndido stand, merece una digna “puerta” de entrada al turismo para así evitar falsas apariencias en el soberbio escaparate de sus excelencias a promocionar.

          En cuanto a las vanidades que afloran en el macro certamen madrileño, éstas se superan unas a otras y edición tras edición, máxime cuando las habituales alegrías económicas de antaño están pasando a la historia y el presente viene dado por las consabidas limitaciones presupuestarias de las instituciones públicas e iniciativas privadas.

LA  VANIDAD  Y  EL  “REBOTE”  DEL   GUITARRISTA   MANOLO  SANLUCAR

          Sirva de vanidoso ejemplo “fiturero” el sonrojante rebote que el célebre guitarrista gaditano Manolo Sanlúcar pilló durante la presentación informativa que la Diputación Provincial de Málaga llevó a cabo en la deprimente sala de prensa habilitada en el stand del Patronato de Turismo de la Costa del Sol para dar a conocer la III Bienal de Arte Flamenco. Unos seis o siete medios de comunicación acudieron a semejante comparecencia periodística, la cual estuvo compartida entre el presidente del ente provincial malagueño, Elías Bendodo, y el sabicas de Barrameda.


          La intervención del presidente Bendodo duró unos siete minutos, prodigándose sobre el “milagro” que para este año había supuesto confeccionar un programa de gran nivel artístico que, contando con un presupuesto de sólo 250.000 euros, conllevará la celebración de 50 espectáculos nada menos y con las actuaciones de 200 artistas nada más.

          ¡Cuánto ha bajado el caché económico de los flamencos!

          Acto seguido tomó la palabra el conocido guitarrista sanluqueño y desde un primer momento comenzó a disertar sobre la pureza del arte más auténtico de nuestra tierra. Que si esto… Que si lo otro… Que si por aquí… Que si por allá… Estaba claro que el hombre se encontraba a gusto con su oratoria, si bien, parecía haber perdido la medida del tiempo y también desconocer la singularidad del lugar donde se encontraba.

          Al cabo de cinco minutos de ilustrado flamenqueo, una de las dos únicas televisiones asistentes a la rueda prensa debía marcharse a otra convocatoria informativa y, como suele ser habitual en situaciones de prisas y de escasez de medios, el operador de cámara en cuestión recogió delicadamente de la mesa de oradores el consiguiente micrófono, eso sí, ante la incisiva mirada de don Manuel.

          Pasaron unos tres/cuatro minutos más y el afamado concertista siguió disertando, siempre sin pregunta alguna, sobre sus interesantes teorías flamencas. Hasta que de nuevo se volvió a producir la incómoda situación de tener que retirar el restante micrófono televisivo por idénticas circunstancias que en la primera ocasión. Nada más ser quitado el artilugio de suave manera, y quedando ya en boca del mosqueado músico un solo micro que -para colmo- era el de los altavoces de la sala de prensa, el de Sanlúcar ya no pudo contener más su humana vanidad. Pese a que en la dichosa presentación de la Bienal continuaron en la sala otros periodistas sin micrófonos en ristre y demás personas interesadas, el virtuoso intérprete explotó profiriéndole al atrevido compañero cámara:

          ¡“Oye, mira, ya de camino llévate también ecte otro cachchcharro”!

          Se levantó el compositor de “aflamencada” manera y, dirigiéndose en alto a una mujer que estaba en primera fila, expresó:

          ¡“Ana, vámono ya d´aquí, que uno e señó hacta que lo dejan”!

          La perplejidad se hizo presente entre los asistentes, incluyendo al propio Elías Bendodo que, como político que es, hizo gala de tener buena "pachorra" ante tan embarazosa situación. Es más. En un impasse de este altanero y vanidoso desplante protagonizado por el ya muy canoso “genio y figura” de las seis cuerdas, alguien del público asistente alzó la voz intentando poner un poco de normalidad a la desatada tensión:

          ¡Permítame una pregunta, maestro!

          Y Manolo Sanlúcar, ni corto ni perezoso, con arrogante estilo, espetó:

          ¡“El maectro ya no ectá en ecte lugá p´aná”!

          Yo no sé si, después de semejante "espantá", el reconocido guitarrista continuará formando parte del programa de la Bienal de Arte Flamenco de Málaga. Convendría echar pelillos a la turística mar. De cualquier manera, sirva el incidente narrado -real como la vida misma y no sé por qué razón no trascendido por los medios testigos- para seguir abundando en “lo bonito que es Fitú”.
     

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