lunes, 7 de enero de 2013

El balcón del Alcalde

“¡Quién se iba a imaginar que en un lugar tan emblemático como el centenario Parque malacitano, con tanta belleza junta, y -para colmo de los colmos- en el día más alegre del año pudiera acontecer uno de los sucesos luctuosos más conmovedores de nuestra reciente historia local!”

La casa donde habitamos, llámese hogar o domicilio, suele ser ese lugar más o menos ideal que las posibilidades económicas nos permiten vivir de una manera transitoria o permanente en el tiempo. Cada cual, por tanto, en función de sus circunstancias, busca el “nido” adecuado, procurando -eso sí- que tanto el interior como el exterior del inmueble elegido reúna las mejores condiciones de bienestar: ubicación, acceso, aparcamiento, trastero, amplitud, materiales, luminosidad, tranquilidad, comercios, transportes, vecindad y… ¡Vistas!
           
           La tarde del pasado 5 de enero, víspera de Reyes, la desgracia se cebó en Málaga con un niño de 6 años cuando -al parecer- intentaba arramblar caramelos debajo de una carroza participante en la Real Cabalgata de Sus Majestades de Oriente. Su infantil cuerpo era apisonado por una de las ruedas del “mágico-fatídico” vehículo, muriendo prácticamente en el acto ante el sobrecogimiento de mayores y la perplejidad de pequeños. La hermosa Plaza del General Torrijos, en pleno Paseo del Parque, uno de los enclaves más maravillosos de la llamada “Ciudad del Paraíso”, fue el escenario de la tragedia. Me figuro que las Tres Gracias o las tres ninfas de la espléndida fuente que da epicentro a la “versallesca” plaza, testigos ellas del desenlace final, hubieron de estar a punto de fundir el hierro de sus artísticas figuras por el dolor y la desesperación de los dramáticos momentos vividos.


            ¿Y quién se lo iba a imaginar…? En el mismísimo Parque… Vergel urbano donde muy pocos malagueños ostentan la suerte de tenerlo próximo a sus casas… Incomparable postal que cada día se brinda a los que se asoman por las privilegiadas ventanas o terrazas domésticas que lo rodean… Pulmón de aromas botánicos tropicales y de salitres de la bahía para templar los aires y hacer más placentero el respirar de sus cercanos moradores… ¡Quién se iba a imaginar que en un lugar tan emblemático como el centenario Parque malacitano, con tanta belleza junta, y -para colmo de los colmos- en el día más alegre del año pudiera acontecer uno de los sucesos luctuosos más conmovedores de nuestra reciente historia local!

            Hoy por hoy yo me pongo en la piel de los vecinos de nuestro querido Parque, que los consabidos sacrificio y tesón habrán debido de gastar para vivir en tan selecto lugar -tal es el caso del alcalde Francisco de la Torre-, y se me haría algo difícil asomarme ahora por el estratégico balcón de mi supuesta casa. Y aunque la panorámica a divisar siga estando llena de frondosa arboleda y de exótica flora… Y la atmósfera a percibir continúe mezclada de gratas fragancias… Bien es verdad que ese fantástico entorno del Paseo del Parque y de la Plaza de General Torrijos no me volvería a provocar las mismas sensaciones que antes de la desdichada tarde “cabalgatera”, al menos durante cierto tiempo. ¡Ya el hecho solo de transitar actualmente por el emplazamiento en cuestión produce una afligida emoción!

        Me hago cargo, pues, de los sentires que estarán experimentando estos céntricos conciudadanos al tener que acuñar diariamente un triste recuerdo en un marco prototipo típico de la “Málaga, la Bella”… Menos mal que desde los balcones del señero lugar seguro que también se podrá contemplar el "horizonte"…     


1 comentario:

Anónimo dijo...

Toda la razon