miércoles, 2 de enero de 2013

El Real Pendón de Castilla: ¿De un honor puntual a un perpetuo privilegio en “La Sangre”?


Análisis  de  dos  inéditos  documentos  sobre  la  historia  de  la  presencia  del  estandarte  de  la  Casa  Real  de  S.M.  el  Rey  D. Alfonso XIII  en  los  primeros  cortejos  procesionales  de  la  Archicofradía  malagueña 

            El gran tesoro que tienen nuestras Cofradías, al margen del componente humano, se desglosa en tres tipos de patrimonios: Fe, historia y arte. Tal riqueza patrimonial, dejando a un lado la imperecedera y divina Creencia, se testimonia mediante elementos materiales a fin de evidenciar su razón de ser, singular simbología y propia existencia. Una sagrada imagen, un trono, un enser, una túnica o un simple cirio pueden ser uno de esos muchos objetos tangibles que proclaman la Fe, la historia y el arte de cualquier corporación cofradiera. Sin embargo, el paso del tiempo -especialmente el más remoto- ha puesto de manifiesto que no todos los bienes sustanciales que dan seña de identidad a una Hermandad han recibido un tratamiento o/y fortuna similar. Buena parte del devenir y del acervo histórico de nuestras entidades nazarenas, sobre todo los de aquellas más vetustas, se sustenta sobre bases testimoniales de cuestionado rigor; aportes referenciales éstos que, muchos de ellos, suelen estar muy cercanos a la leyenda más o menos especulativa o a una tradición más o menos popular, sin que nadie haya podido dar una adecuada respuesta a la vigencia que el hecho o el bien en sí mantiene durante el transcurrir de los años.

LA CONCESION REAL DEL PENDON DE CASTILLA A LA SANGRE: UNA LAGUNA HISTORICA MAS DE NUESTRA SEMANA SANTA 

Se podrían poner muchos ejemplos de tales “lagunas” históricas en nuestro semanasantero universo. Sin embargo, para esta ocasión me quedo con el caso del Estandarte Real /Pendón de Castilla que S. M. el Rey D. Alfonso XIII, mediante R. O. de 4 de abril de 1922, autorizó su uso y presencia -con honores militares- en el cortejo procesional que la por entonces Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Sangre celebró en la noche del Miércoles Santo del referido año 1922.

Por desgracia no se tiene referencia documental rigurosa y ni mucho menos escrito original o transcripción literal de la citada Real Orden -salvo algunas interesantes fotografías de relativa conclusión- que testimonien detalles precisos sobre la concesión de utilización de dicha insignia real. Tan sólo podemos echarle mano a la nota publicada por el entrañable periódico malagueño “La Unión Mercantil”, en cuya página 6 de su edición de 11 de abril de 1922, bajo el titular Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Sangre – Un honor, informaba lo siguiente:

Por R. O. del 4 del actual, se ha concedido a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Sangre, dignamente presidida por el Excmo. señor don Antonio Baena Gómez, el alto honor de usar las insignias del Pendón de Castilla.
Tal distinción, hasta ahora la disfrutan solamente la Congregación de la Virgen del Pilar, la Cofradía de la Virgen de las Victorias, de Sevilla, y la de Nuestro Padre Jesús de la Sangre, de esta capital.
Este honor avalora aún más el historial de la Cofradía y pone de manifiesto nuevamente el aprecio que nuestro Soberano siente por la capital malagueña, a la que tan repetidamente honra.
Según nuestros informes, una de las personas que más ha contribuido a que el Rey conceda tal honor ha sido el Hermano Mayor Honorario de la Cofradía, Marqués de Sotomayor.
Restamos felicitar a los cofrades y muy especialmente a su hermano mayor, señor Baena Gómez, por la mencionada concesión.
Este año, la insignia a que nos referimos será transportada durante el trayecto de la procesión por el coronel del Regimiento de Borbón, señor Muro de Zaro.

 
Lamentablemente, esta información periodística no aporta más datos sobre los extremos de la R. O. de D. Alfonso XIII y, por tanto, de nuevo un vacío referencial histórico vuelve a aparecer en una de las más singulares páginas de nuestra Semana Mayor. No obstante, tal circunstancia no favorece que se ponga en duda que la tradición del Real Pendón de Castilla para bien de La Sangre sea un claro gesto que obedece a la generosidad y a la distinción de la realeza borbónica española hacia la privilegiada corporación nazarena malagueña. 

Por consiguiente, a falta de los rigores de turno, toda documentación que consolide o verse sobre el hecho en cuestión, aunque sea a posteriori o colateral, no deja de ser valiosa, al menos para acumular el mayor número de testimonios posibles al efecto y así, cuanto más se pueda, tratar de evidenciar sus presumibles autenticidad y verdad histórica.

1º DOCUMENTO: OFICIO DE ENRIQUE CANO, GOBERNADOR MILITAR, A ENRIQUE CANO, ALCALDE DE MALAGA

            Quien suscribe el presente artículo, durante la elaboración de la tesis doctoral dedicada a investigar los orígenes de la radio en Málaga, tuvo la trabajada suerte de localizar dos desconocidos documentos de apreciado interés sobre la emblemática divisa real de la hoy Archicofradía Filipense. Se tratan de sendos oficios, conservados ambos en el Archivo Municipal malagueño, en los cuales se dan cuenta de la representación de S. M. el Rey D. Alfonso XIII en el cortejo de La Sangre del Miércoles Santo de 1928 y de la presencia en el mismo de la prestigiosa enseña, denominada textualmente “Pendón de Castilla”.

El primer documento tiene su origen en el Gobierno Militar de Málaga, cuyo gobernador era el general de división Enrique Cano Ortega, quien a la vez también ejercía como alcalde de la ciudad, dualidad administrativa ésta que era bastante habitual en el régimen dictatorial de Miguel Primo de Rivera. Curiosamente, cumpliendo el protocolo oficial, la correspondencia en cuestión tenía su destinatario en la persona del mismo remitente. Es decir, Enrique Cano, gobernador militar de Málaga, cursaba oficio mecanografiado a Enrique Cano, alcalde de Málaga, para comunicarle que:

El Excmo Sr Mayordomo Mayor de Palacio en escrito de 27 del anterior, me dice:
“Excmo Sr.- Su Majestad el Rey (q.D.g.), se ha dignado conferir a V.E. la representación de Su Real Persona, para la presidencia de la solemne procesión que el próximo miércoles Santo celebrará en esa Capital la Real Archicofradía de Ntro Padre Jesús de la Sangre establecida en la Parroquia de la Merced.- De Real orden le participo a V.E. para su conocimiento y satisfacción, y al propio tiempo que Su Majestad autoriza a dicha Real Archicofradía para ostentar en el mencionado religioso acto el Pendón de Castilla”.
Lo traslado a V.E. para su conocimiento teniendo el honor por el presente de invitarle a dicho acto religioso.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Málaga 1º de Abril de 1928.
E. Cano.
           

No deja de ser significativo que, al margen de la protocolaria formalidad sobre la representatividad real en la selecta comitiva religiosa, se haga expresa mención a que “… Su Majestad autoriza a dicha Real Archicofradía para ostentar en el mencionado religioso acto el Pendón de Castilla”. Tal matización pone de manifiesto que tan distinguido uso del banderín hubo de contar con el renovado y específico beneplácito del Rey para que cada año formara parte del séquito cofradiero mercedario, todo lo cual podría cuestionar ciertas interpretaciones/actuaciones habidas -algunas aún existentes- sobre la nunca trascendida y escasamente detallada Real Orden de 4 de abril de 1922, por la que se concedió la prerrogativa de su original empleo procesional.    

2º DOCUMENTO: OFICIO DE ANTONIO BAENA, HERMANO MAYOR DE LA ARCHICOFRADÍA, A ENRIQUE CANO, ALCALDE DE MALAGA

En cuanto al segundo documento encontrado en el Archivo Municipal sobre el  “pendón” de marras, éste tiene su procedencia en la propia Archicofradía de La Sangre, mediante un oficio con sello-tampón de la entidad y firmado por el también entonces hermano mayor, Antonio Baena, en el que de manera mecanográfica se dirigía al alcalde de la ciudad, el antes citado general Enrique Cano, para expresarle que:   

S. M. el Rey nuestro señor (q.D.g.) por R. O. del 27 de mes pasado, se ha dignado conferir su Real representación al Excmo señor Gobernador Militar de esta Plaza, para presidir la procesión del Santísimo Cristo de la Sangre que saldrá de su templo, parroquia de la Merced, el Miércoles Santo a las 6 y ½ de la tarde.
Tan grato suceso y el hecho de figurar en el cortejo la venerada enseña Real Pendón de Castilla, que conducirá un Jefe nuestro invicto Ejército, nos impele a rogar a V.E. que el Excmo Ayuntamiento de su muy digna presidencia acuerde asistir en corporación a tan suntuoso y religioso acto.
Gracia que no dudamos alcanzar de V.E. por lo que nos consideraremos muy honrados y agradecidos.
Málaga, 2 de abril de 1928.
Antonio Baena.

En la parte inferior del mismo documento, escrito a mano con lápiz, posiblemente obra del preceptivo secretario municipal, se hace constar la siguiente anotación:

“Tiene que tener acuerdo por la Permanente y como esta no celebra sesión hasta después del día que sale la procesión, se invita particularmente a todos”.


Parece obvio que la presencia del “Real Pendón de Castilla” en el desfile de La Sangre, además de la representatividad oficial de S. M. Don Alfonso XIII, imponía un especial protocolo institucional que, cada año había de ser formalizado desde instancias reales, militares, municipales y cofradieras.

EL PENDON DE CASTILLA: UN HONOR REAL EN PROPIEDAD DE LA SANGRE

Ante tales evidencias documentales, cabe suponer -siempre con las oportunas reservas y obligada modestia- que la primitiva Real Orden de 4 de abril de 1922 sobre la primera presencia del susodicho “pabellón castellano” en el acompañamiento procesional de la legendaria Hermandad pudo tener un carácter puntual y concreto de cara a la Semana Mayor de aquel año; privilegio éste que con posterioridad fuera renovándose oficialmente primavera tras primavera hasta llegar -seguro, no sin pocas vicisitudes- hasta lo que es y representa hoy día: un honor excepcional perpetuo en favor de la Semana Santa de Málaga, “tesoro” en propiedad para uso de la Pontificia, Real, Muy Ilustre y Venerable Archicofradía del Santísimo Cristo de la Sangre, María Santísima de Consolación y Lágrimas, y del Santo Sudario, según la expresa voluntad del que fuera Rey de España, S. M. Don Alfonso XIII.    

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